El Dorado en la Pintura sobre Tabla

El conocimiento, uso y valoración del oro data desde algunos de los más antiguos momentos de la historia humana. Así puede comprobarse gracias al descubrimiento en yacimientos arqueológicos de joyas de oro y por la decoración de otros elementos como mobiliario o sarcófagos.

El uso del pan de oro, como del pan de plata es tan antigua que no se tienen referencias exactas de cuál fue el momento inicial de su aplicación aunque se alude en ocasiones a la civilización egipcia como la creadora de la técnica tradicional al agua con una base de bol rojo y seguido por un bruñido que aún hoy se utiliza.
En épocas muy posteriores como el gótico, el oro aún se utiliza con un significado simbólico asemejando su brillo y el reflejo dorado de la luz sobre él, con la luz divina, dentro de un discurso en el que se hermana el metal con las vidrieras en una búsqueda de iluminación mística de los templos.

Pero el oro no ha sido utilizado sólo para decoración de mobiliario, arquitectura o artes decorativas, sino que juega un papel fundamental en la representación pictórica, acercando a los pintores a la mímesis con la aplicación directa del material a imitar. No habrá imitación más valiosa, real o que dé mejor resultado estético que el propio material.


Detalle de La Anunciación de María. Fra Angelico. (hacia 1432-1433)


Por tanto, a pesar de no ser pintura propiamente dicha, el oro no puede considerarse como un material ajeno a la técnica pictórica como lo son todos aquellos que en el siglo XX se introducen con un afán de desmitificar la técnica. Muy al contrario, el oro acompaña a la pintura desde tiempos muy remotos con una intención mística muy clara y un sentido estético innegable.

Decoraciones del oro

Podemos distinguir entre las decoraciones cuya ejecución tiene lugar antes de la aplicación de la lámina metálica, es decir, los relieves; y las que tienen lugar después, incisiones, golpes y acabados.

Los relieves, también conocidos como pastillaje o escalfado, requieren una aplicación previa de estuco que crea volúmenes posteriormente tallados con la forma deseada antes de aplicar el bol. Después se doran y se bruñen resultando un aspecto de oro macizo.
Los tratamientos posteriores al dorado son los de repicado, que se trata de un finísimo punteado realizado a buril, punta seca, punzón fino o punta de plata como aquéllos que se usan en técnicas de grabado.

 El graneado es una marca más rotunda conseguida  también mediante buril pero esta vez de punta roma, se crean cráteres en la superficie del oro con diferentes formas tales como lágrimas , cabezas de clavo, et. que pueden concluir en un efecto de relieve en función de la incidencia de la luz.

Por otra parte el cincelado o troquelado  se realiza con espigas de hierro prismáticas en cuya cabeza se graban estrellas, flores, ojos de perdiz, puntos, ángulos, rectas u otros elementos ornamentales. Los troqueles o cinceles se golpean suave pero firmemente con un mazo de madera dejando el bol a la vista o se presiona lo justo para crear el desnivel sin quebrar la superficie metálica.

Estas técnicas han de realizarse con sumo cuidado y paciencia, teniendo siempre un diseño previo de la decoración que va a aplicarse ya que la irreversibilidad de la técnica aplicada no deja lugar para el error.

Detalle de estofado en El juicio Final. Fra Angelico (hacia 1431)

También sobre la superficie ya bruñida debe realizarse una de las técnicas decorativas sobre oro en la que la fusión pintura-dorado es tal, que no podría decirse con claridad cuál de las dos técnicas decora a la otra. Lo más correcto, seguramente, será considerarlas ambas en su conjunto como una tercera técnica con un incalculable valor en sí misma. Se trata del estofado, realizados ya desde el siglo XVI, se trata de un procedimiento decorativo de policromía sobre oro que imita la calidad e ciertos tejidos bordados, adamascados, brocados, etc.
Para realizar un estofado es necesario aplicar sobre la superficie ya dorada una o varias capas de color,  generalmente con temple u óleo y después se procede a rayar el estrato pictórico dejando visible el oro subyacente pero siempre sin rayar el metal, para ello se emplean instrumentos de madera.
El efecto de estofado se ha realizado en numerosas ocasiones a punta de pincel, creando las formas directamente con la pintura sin necesidad de un rayado posterior ya que desde el principio se deja el oro a la vista en las zonas deseadas.

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