Graffiti: el "Nuevo Fresco"

 

Graffiti de El Niño de las Pinturas, Granada.

El buen fresco es considerado desde la antigüedad como una de las técnicas más nobles de representación pictórica debido a la calidad que puede lograrse, así como a la complejidad y coste económico que comporta. Igualmente, desde el punto de vista de la conservación, supone una gran ventaja respecto de otros procedimientos pictóricos ya que la ausencia de un aglutinante la protege del envejecimiento.

Es, sin duda, la técnica por excelencia dentro de las numerosas opciones que pueden encontrarse sobre superficie mural y esto se refleja en muchas ocasiones en el uso indiscriminado de la palabra fresco que se hace entre los no iniciados en técnicas artísticas. Este término se usa en numerosas ocasiones para referirse a cualquier pintura mural sin discernir realmente la técnica de ejecución. El error resulta mayor si se tiene en cuenta que el porcentaje de pinturas realizadas al fresco es mínimo en relación com las que, por falta de medios y con intenciones de imitación del buen hacer de los grandes artistas, se realizaron al fresco-secco con los pigmentos desleídos en agua de cal y aplicados sobre el enlucido seco, o aquéllas que se realizan directamente a secco con un aglutinante protéico u oleoso.

Por otro lado encontramos las pinturas murales realizadas ya en el siglo XX en acrílico aportando la modernidad en la estética y la técnica,  sirviéndose de materiales industriales para sus pinturas.

Pero existe una técnica que aún no se cuenta entre las opciones a enumerar dentro del círculo de las Bellas Artes, que aún queda relegada a un plano inferior pero que, no por ello, cuenta con un menor valor artístico ni un nivel inferior en cuanto a complejidad del trabajo. El Graffiti se considera en ocasiones como una acción de vandalismo con cierta actitud artística aunque cada vez más se va apreciando su valor y los artistas anónimos para el gran público comienzan a hacerse visibles.

Es importante poner en valor este arte como definitorio de un tiempo concreto y actual ya que, al igual que los iconos, las técnicas y los modos de representación tradicionales resultan hoy definitorios de una sociedad del pasado, un estilo, e incluso situaciones económico-sociales y religiosa del momento histórico en que fueron creados, el graffiti es un reflejo de nuestra sociedad y modo de vida.

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